Federación Española de Autismo

Relación entre autismo y la cantidad de líquido cefalorraquídeo

Relación entre autismo y la cantidad de líquido cefalorraquídeo
13 marzo, 2017 Surestea

Según podemos leer en tendencias21, una nueva investigación ha descubierto que el TEA está relacionado con cantidades más altas de líquido cefalorraquídeo en los bebés con 6 y 12 meses de edad. La cantidad añadida de este líquido en el cerebro determina también la intensidad de la enfermedad que se manifestará tiempo después. Este descubrimiento permitirá diagnosticar mucho antes la enfermedad mediante una resonancia magnética estándar.

El líquido cefalorraquídeo baña el encéfalo y la médula espinal. Como señala uno de los autores de la investigación, Joseph Piven, profesor de Psiquiatría y director del Instituto Carolina para Discapacidades del Desarrollo (CIDD), «El LCR es fácil de ver en las resonancias magnéticas convencionales y apunta a un potencial biomarcador del TEA antes de que los síntomas aparezcan años más tarde» y añade que «también pensamos que este hallazgo proporciona un potencial objetivo terapéutico para los aquejados de TEA»

Mark Shen, autor principal del estudio, comenta que “sabemos que el LCR es muy importante para la salud del cerebro y nuestros datos sugieren que en estos niños, el fluido no circula adecuadamente” y además incide en que “no decimos que sea la única causa que explique el origen de la enfermedad en los niños, pero pensamos que el flujo incorrecto de LCR juega un papel destacado en su desarrollo”.

Hasta hace una década, se pensaba que el LCR era una fluida capa protectora entre el cerebro y el cráneo, pero que no tenía especial importancia para el desarrollo cerebral. Sin embargo, pronto se descubrió que actuaba como un sistema de filtración esencial para los desechos resultantes del metabolismo cerebral.

Cada día, las células cerebrales se comunican entre sí y estas comunicaciones hacen que las células cerebrales secreten continuamente desechos, como las proteínas inflamatorias que deben filtrarse muchas veces al día. El LCR gestiona estos procesos y se renueva con nuevos fluidos cuatro veces al día, tanto en bebés como en adultos.

En un estudio anterior, realizado en 2013 y dirigido también por Shen, ya se habían detectado, mediante pruebas con resonancia magnética, cantidades anormales de LCR en bebés que luego pasaron a desarrollar TEA. Sin embargo, al tratarse de un estudio con sólo 55 bebés, de los cuales 10 desarrollaron el autismo, era necesario confirmar el hallazgo con una muestra más representativa.

En este estudio, los investigadores trabajaron con 343 bebés. 221 manifestaban un alto grado de riesgo de desarrollar TEA, por tener un hermano mayor con la enfermedad. Un total de 47 de estos bebés fueron diagnosticados con autismo a los 24 meses y se compararon sus resonancias magnéticas cerebrales con las resonancias magnéticas de otros niños que no fueron diagnosticados con autismo a los 24 meses de edad.

De esta forma descubrieron que los niños que a los seis meses de edad desarrollaron TEA habían tenido un 18 por ciento más de LCR que otros niños que no desarrollaron la enfermedad. La cantidad de LCR permaneció anormalmente alta a los 12 y los 24 meses. Los bebés que desarrollaron los síntomas más duros de TEA fueron los que tuvieron una cantidad aún mayor de LCR, un 24 por ciento más, a los seis meses de edad. También se comprobó la relación entre estas cantidades aún mayores de LCR a los seis meses de edad se asociaban con una reducción de las habilidades motoras, como las que controlan la cabeza y las extremidades.

Como señala otro de los investigadores, David G. Amaral, “descubrir una alteración en la distribución del líquido cefalorraquídeo que podamos ver en las resonancias magnéticas desde los seis meses, es un descubrimiento importante». Este estudio permitió predecir, con casi el 70 por ciento de precisión, qué bebés serían diagnosticados con TEA más adelante. No es un predictor perfecto del autismo, pero las diferencias del LCR pueden medirse mediante una resonancia magnética estándar, según los investigadores. «En el futuro, este tipo de imágenes del LCR ayudará a los pediatras a detectar los riesgos de autismo tan pronto como sea posible», propone Shen.