
Según se puede leer en el artículo escrito por Redacción Digitallpost, científicos de la Universidad de Carolina del Norte en Estados Unidos, han logrado predecir hasta con un 80% de acierto, qué bebés podrían desarrollar autismo a los dos años de edad.
El estudio se ha realizado empleando las imágenes con resonancia magnética (IRM) de bebés con hermanos mayores afectados de TEA.
La predicción se realiza teniendo en cuenta los biomarcadores tempranos del desarrollo del cerebro. El estudio de estos biomarcadores a partir de ahora podría resultar muy útil en la identificación de bebés con un riesgo de TEA más alto, incluso antes de que los síntomas conductuales vinculados a este trastorno aparezcan, de acuerdo con Joseph Piven, autor principal de la investigación.
“Por lo general, el diagnóstico de autismo más precoz suele hacerse entre los dos y tres años. Pero, para los bebés con hermanos mayores con TEA, nuestro método de imagen puede ayudar a predecir el autismo incluso durante el primer año de vida de los pequeños”, señala Piven.
Piven junto con investigadores de diversas instituciones de Estados Unidos, realizaron exploraciones de resonancia magnética a bebés a los seis, 12 y 24 meses de edad, descubriendo que los bebés que finalmente desarrollaron TEA, habían experimentado una hiperexpansión de la superficie de sus cerebros entre los seis y los 12 meses de edad, en comparación con los bebés que no mostraron evidencias de padecer el trastorno a los 24 meses o dos años.
Los científicos han relacionado ese aumento de la tasa de crecimiento de la superficie cerebral durante el primer año de vida de los niños con una mayor tasa de crecimiento del volumen cerebral total en su segundo año de vida. Además, establecieron que ese crecimiento excesivo del cerebro estaba relacionado con el surgimiento de déficits sociales relacionados con el TEA en el segundo año de vida de los pequeños.
En estudios anteriores, se había sido capaz de detectar niños afectados por TEA analizando patrones dinámicos de la actividad cerebral con magnetoencefalografía (MEG), pero no en una etapa tan temprana.
Para los bebés con hermanos mayores con TEA, el riesgo puede ser tan alto como de 20 casos cada 100 nacimientos, por lo que la detección temprana resulta de vital importancia.